En el Perigord, los valles de la Dordoña y de la Vézère, albergan a la población desde la prehistoria. Estas personas han enriquecido constantemente esta naturaleza generosa. Después de pintar las cuevas, siglos más tarde construyeron castillos y pueblos, adornados con el color dorado de la piedra.
Nosotros también hemos aprovechado esta naturaleza y este patrimonio para anidar nuestro camping en el corazón de esta zona, con toda humildad y con el deseo de preservarla.
En 1981, elegimos esta antigua finca agrícola, abandonada desde hacía varios años. Nos gustó especialmente su ubicación, su tranquilidad y la calidad de sus edificios.
La distribución del espacio se ha hecho con esmero y amor, para hacer este camping de tres estrellas que nos gusta compartir con nuestros huéspedes.